El Design Thinking es como ya sabemos un proceso dinámico, colaborativo e interdisciplinar. No es de extrañar que durante todo el proceso diferentes miradas converjan y se retroalimenten unas de otras, es más, esto es incluso deseable. Cuando empieces a experimentar y aplicar la metodología Design Thinking en tu día a día verás también cómo tus miradas se amplían.
Un recorrido de diferentes miradas
En la primera fase del Design Thinking miramos a nuestro problema con la mirada curiosa de querer aprender todo sobre nuestro proyecto. Con la empatía de querer comprender totalmente a los usuarios y consumidores de nuestro producto.
Luego, cuando ya hemos comprendido lo suficiente de nuestro proyecto (aunque a veces sentimos que no podemos abarcarlo en su totalidad) es cuando usamos la mirada de diseñador. Buscamos soluciones, pensamos en conceptos como la comodidad o la estética y lo importante que son para nuestros usuarios, nuestra mente es un remolino de ideas. Es una mirada creativa.
Una mirada práctica se apropia de nosotros en las últimas etapas. Prototipar no es más que descubrir si nuestros diseños son realistas y testeamos para medir la respuesta real de nuestras soluciones.
Finalmente, y si hasta ahora todas las fases han dado un resultado positivo, llega la hora de dar a conocer al mundo nuestra solución más innovadora. Toca ponerse la mirada confiada, la que es capaz nuevamente de empatizar y emocionar a tu público, para convencerle de tu nueva idea que revolucionará su mundo.
En Instituto de Design Thinking creemos que aprender todas estas miradas es fácil a través de los mindsets que te enseñamos a desarrollar en nuestros programas.